martes, 17 de febrero de 2009

2009 I

Como un perro arrepentido que la cola entre sus piernas tenia estaba, esa era yo. Me vigilaban todo el día, que comía y que no, que hacía y que no, donde iba y donde no. La pesadilla cada día se agrandaba más.
Llegó el día de ir al psiquiatra. Yo muy desganada, con una cara de veinte metros de larga y diciendo que no quería ir, aparte no sé porque mi mamá decidió que yo fuera con mi papá... cual era la idea?, sabe que no me llevaba bien con él, que no lo quería para nada, entonces porque, si supuestamente esto era para ayudarme?! , la respuesta era simple. Mi mamá, ya "cansada de los problemas" seguramente decidió no preocuparse de mis estúpideces y lavarse las manos mandandome al psiquiatra con el estúpido de mi padre.
Llegamos a la consulta, y yo desesperada porque tenía ensayo. Mi profesora sabía que llegaría un poco (bastante) retrasada al ensayo por que tenía hora al médico, pero obviamente no sabía a que tipo de médico.
Entre a la consulta, y miraba la estúpida cara de la psiquiatra, que para peor, me conocía. Era prima lejana de mi papá y me había visto cuando pequeña.
Partió conversandome y preguntandome de mi vida; haciendose la simpática, y yo con fríos "si" o "no" le respondia todo. Después de todo ese rato perdiendo el tiempo, empesamos a hablar de mi problema. Las lagrimas me caían, una tras otras. Era una llave abierta, una pequeña cascada en la que mis mejillas eran las rocas por donde iba callendo el agua. No quería seguir hablando, yo ya me quería ir, pero aún faltaba. La psiquiatra me examinó entera, me peso y me midió, que era lo que yo menos quería. Al borde de la desesperación me apegaba a mi silla y le rogaba porfavor que no me pesara, que no quería eso, yo ya sabía. Que pasaba si había engordado? ; la amenazaba y le decía que sería peor para esto, y que si ella quería que me mejorara no me pesara. Pero en fin, no escucho mi súplica, y me peso. La pesa marcó 47 kg, y yo me quería morir, sentí que el mundo se me vino encima. Sentía los 47 kg encima de mi, como si un piano hubiese caido de una azotea y me aplastara. Aquel gusano aplastado era yo, al borde de la demesia e histerica por lo de la pesa, al borde de los gritos le decía que me quería ir, que no quería más de esa mierda. Cuando yo ya me encontraba un poco más tranquila, (solo un poco), hizo entrar a mi papá, y le dió el nombre de una nutriologa y un equipo de psiquiatras para que fuera a ver...era definitivo, yo estaba loca.
Ya nos habiamos ido de la consulta, y el tiempo pasaba al igual como las lagrimas bajaban por mi mejilla. Llegé a ballet corriendo como nunca, entré al camarín, y escuchaba la música, una vez tras otra. El ensayo había comenado hacía mucho, y yo lo más rapido que pude me coloqué mis zapatillas, me hice mi tomate, me sequé las lágrimas, y entre como si nada al salón. Mis compañeras y la maestra me invadieron en preguntas, y yo simplemente dije que fui por "rutina". Obviamente mi maestra no me creyó, y al ver un moretón muy grande y morado que tenía en mi brazo me dijo " y te mandaron hacer exámenes no?" y yo le dijo que sí, pues era verdad, y aparte, los exámenes se los hace cualquiera (le insistí con que eran solo de rutina). Me volvió a mirar y me dijo "y ese moretón?, no me sorprende que fuese por anemia. . . "
Mi maestra, lejos es la persona más sabia y adivina que conosco.
Llegaron los exámenes a los días después, y como dijo mi sabia maestra, los resultados mostraron anemia.

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