miércoles, 11 de febrero de 2009

2008 IV

Ya estabamos a mitad de marzo, por lo tanto ya había entrado a ballet. Tenía todas las ganas del mundo ya que me había propuesto no perder mi tiempo en estupideces este año, y disfrutar al máximo lo que más amo.
Llegué a la sala, envuelta en alegría por ver a mis amigas y compañeras, y bueno por supuesto a mi profesora. Ya nos haciamos recostadas en el suelo haciendo elongación, y me miro y me dijo "supongo que estas comiendo flacuchenta, o no ?" y yo le dije que sí y me reí. Era la verdad, si estaba comiendo, y más que la ultima vez que me vio.
Ya cansada de que todos me reclamaran por mi peso, y como se acercaba el invierno, comenzé a comer más, y cuando digo más es porque de verdad era más. Me encantaba tomarme mi leche con milo, comer mi barra de cereal de colación, mi ensalda con carne al almuerzo, mi otra colación antes de ballet, que podian ser chocolates, o galletas de agua, todo dependia de lo que quería, y por supuesto finalizar el día con mi cena, que podian ser tallarines con alguna carne o salsa, o arroz con carne, o vienesa, o puré, no sé depende lo que hubiese en mi casa y claro tomando en cuenta los jugos que me tomaba con cada comida. Obviamente comencé a adquirir kilos, y ya entraba en la desesperación al ver que mi hueso de la clavícula iba desapareiendo poco a poco.
Salía mucho por lo tanto comía mucho. Que hot-dogs, que panqueques con manjar, que papas fritas, que helado, y en fin una serie de cosas así. Intentaba remediar todo eso , sustituyendo comidas por un cuasi laxante, pero era muy malo, asi que lo deje.
A fines de abril Andrea se fue del colegio por diferentes problemas, y mi vida tomo un gran giro en ese momento, ya que por alguna razón sentia una inmensa presión cuando estaba junto a ella.

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